lunes, 9 de febrero de 2015

El baúl de mis palabras ~ No te alejes de mí: Capítulo Uno

 

 Si leisteis los relatos sobre Marco, Eva y César, no os perdáis el primer capítulo de su historia. "No te alejes de mí" Espero que lo disfrutéis.




Marco se apoyó en el capó de un coche, mientras la fina lluvia de verano le empapaba su impecable traje.

Quién le iba a decir que ese mismo smoking y su chica de ojos negros iban a estar tan cerca después de tanto tiempo.
De repente, el chico escuchó una voz femenina detrás de él.
- ¡Marco! ¿Qué haces aquí? ¡Te estás empapando!
Marco cerró los ojos "Dios, si fuera ella, si pudiese verla solo una vez más...". Y se giró para comprobar si era quien él deseaba.
Sin embargo, no era ella, sino la anfitriona de la fiesta. Eran amigos desde hacía años, y por lo que parecía, también conocía a Eva.
-  Elena, lo siento mucho, pero no me encuentro bien - mintió Marco - será mejor que me vaya a casa.
La chica, siempre tan cariñosa, se acercó a él y le puso la mano en el hombro:
- No te preocupes Marco, ¡otro día nos vemos! Tu descansa - le dio un beso en la mejilla, al cual el chico respondió con otro.
Elena se dio la vuelta y fue hacia la puerta para volver a la celebración de su cumpleaños.
"Se lo tengo que preguntar, no me puedo quedar con la duda".
-Elena- Marco se quedó callado. Elena se giró. Entonces, él reaccionó -  ¿De qué conoces a Eva?
- ¿Eva? Es la novia de mi hermano - dijo ella, bastante sorprendida - ¿De qué la conoces tú?
- Es... una vieja amiga, nada más. Hasta luego.
- Hasta luego, Marco.
El chico se puso el casco y se subió a su preciosa moto, una Harley, a la cual tenía mucho cariño, pues la tenía desde hace muchísimo tiempo.
Poca gente podía presumir de ir subido en una moto así con un traje de Armani de unos 900 euros, pero ser uno de los abogados más prestigiosos del país le permitía darse esos caprichos.
El viento le enredaba los escasos pelos que sobresalían del casco. Era ya muy de noche y, a pesar de ser Agosto, hacía un poco de frió. Además, Marco no iba precisamente despacio.
"Eva. Eva. Eva."Sólo estaba ese nombre en su cabeza. Eva. Sus ojos, su hermoso vestido verde. Eva. Sus besos, sus caricias. Eva. Su te quiero. Culpabilidad. Arrepentimiento.
"Mierda. ¿Por qué fui tan idiota?"
Se sentía muy mal por lo que había sucedido hacía cinco años. Sin embargo, ella estaba con otro hombre, y vete a saber si estaban casados. Él no había estado con ninguna otra mujer desde entonces. Bueno, más o menos.
Había calentado la cama de mil mujeres en esos cinco años, pero cada vez que lo hacía, solo podía ver a Eva.
Tanto es así, que algunas veces había pronunciado su nombre, y las mujeres le habían echado de su cama, de su cama y de su calor.
Pero ahora, Eva tenía pareja, y le había besado delante de él.
- ¿Por qué Eva? Si tanto me amabas...¿Por qué estas con otro? - nada más terminar, se dio cuenta de que no había pensado las palabras, sino que se las había gritado al aire, al cristal de su casco.
Aparcó la moto en el garaje y cogió el ascensor. Pulsó el número nueve y esperó a subir, deseando no encontrarse a nadie. Su deseo se cumplió, más que nada porque eran las cuatro de la mañana.
Entró en la casa y se tiró en su cama con el traje y los zapatos aún puestos. Se quedó, absorto en sus pensamientos, viendo pasar las horas del reloj.
No podría imaginarse que justo en ese momento, una ambulancia llevaba a Eva al hospital más cercano del lugar donde se habían visto.
La chica, que estaba ya consciente, quería irse a casa, pero César había insistido en que la llevasen al hospital.
El médico le había dicho que seguramente era un bajón de tensión, por lo que su intención era mandarla a descansar a su hogar, pero al ver la cara de desesperación de César, intentó calmarlo:
- Si se queda más tranquilo, puede pasar la noche en el hospital, por si acaso.
- Si, por favor - agradeció César, claramente preocupado - No queremos ser una molestia, pero me da miedo que le vuelva a pasar.
-  No se preocupe, de verdad, no es nada grave. Las bajadas de tensión suelen darse por causas muy comunes, como haber comido poco, cansancio o un disgusto... ¿Sabe si le han dado a su pareja recientemente alguna noticia que la haya podido disgustar?
- Que yo sepa no, Doctor.
César estaba confuso. ¿Le habría ocurrido algo que él no sepa? ¿Qué es lo que miraba Eva en la fiesta? ¿O a quién? No sabía que pensar.
Acarició el pelo de Eva, con intención de mostrarle su apoyo y su cariño, y esta le respondió con una mirada decaída.
Estaba muy cansada, aparte de por el desmayo, se encontraba muy débil. Supuso que sería por la impresión de ver a Marco.
"¿Qué narices hacía él allí? ¿Por qué después de tanto tiempo? ¿Por qué me ha mirado así?"
Miró con sus ojos negros a César. Estaba muy preocupado por ella, podía notarlo en su mirada. A veces la trataba como si se fuese a romper, como si tuviese miedo de perderla.
Llegaron al hospital y la subieron a la habitación. Hacía mucho frío. Eran ya las cinco de la mañana y aunque Eva llevaba un vestido largo que aún no había podido quitarse, el escote en palabra de honor no era lo más indicado para esas horas, a pesar de ser 4 de agosto.
Una vez estuvo en la habitación, le dieron un pijama para que pudiera cambiarse y le llevaron algo de comida por si acaso se hubiera tratado de un bajón de azúcar.
A pesar de no tener nada de hambre, se lo comió todo sin rechistar, a sabiendas de que el motivo de su vahído no era ese.
Se había quedado impresionada y aturdida al ver a Marco. Se sentía impotente y pequeña. Por un lado quería haber corrido a sus brazos y decirle que aún le amaba, pero tras la humillación que sufrió hacía cinco años, tenía miedo.
No podría soportar un rechazo suyo dos veces. Y luego estaba César. Él, que lo había dado todo por ella, desde el principio, que la había amado (y la amaba) como nadie, que la comprendía y la daba cariño. Era el hombre perfecto, con esos ojos verdes cálidos que transmitían tanto amor y tanto cariño...pero Eva solo correspondía a uno de esos dos sentimientos.
Le miró y le cogió de la mano, pensando en cuánto le gustaría amarle como amaba a Marco.
- Eva, estoy preocupado por ti, estabas como ida, y de repente te has desmayado.
- Cariño - contestó ella, acariciando su mano suavemente - tengo mucho estrés con el trabajo, y en la fiesta de Elena había mucha gente, que ya sabes que me agobia. Además, hacía muchísimo calor. Eso es todo.
- Vale, cielo - respondió César, ya más calmado - Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea, ¿verdad?
- Lo sé, mi amor, lo sé.



2 comentarios:

  1. Me ha encantado el nuevo capítulo que sea más largo que los anteriores. Ya las presentaciones me dejaban con ganas de saber más sobre los personajes, pero con los capítulos así en plan libro está mucho mejor. Deseando ver como sigue la historia de Marco, Eva y César.

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  2. Hola, Rebeca. Quiero decirte que me ha gustado el primer capítulo y que quiero saber lo que pasa después y con quien se queda Eva. También me gusta el resto de tu blog.

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